La Opinión de Zamora

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Agustín Ferrero

Muchos están de acuerdo con Epicuro

Conseguir el placer y evitar el dolor, la base que sustenta su doctrina

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Epicuro decía que “el hombre vive a diario en búsqueda de la vida sana y virtuosa, a partir del conocimiento correcto de la naturaleza y de la prudencia frente a los placeres y deseos. Y que va en post de la felicidad a través del placer, que es el bien primero: el comienzo de toda preferencia y de toda aversión. Y de la ausencia del dolor en el cuerpo y de la inquietud en el alma”.

No parece que haya menguado el deseo de los hombres respecto a la búsqueda de la felicidad. No obstante, con frecuencia solemos comportarnos de manera distinta a nuestra línea de pensamiento. Aunque hayan transcurrido muchos siglos, da la impresión de que sigue habiendo mucha gente que está de acuerdo con Epicuro, aunque actuemos de manera distinta al pensador griego. Quizás ayude a ello el hecho de que sus ideas entren de lleno en la lógica y el sentido común, y estos son dos parámetros casi en desuso. Cierto también que, aunque hayan pasado veinticinco siglos, sigue habiendo mucha gente que están de acuerdo con él.

Cada uno puede pensar como crea menester. Faltaría más. Pero el problema no estriba en pensar de una u otra manera, sino en no pensar. En dejarse arrastrar con mansedumbre por las prisas que impone la vida de la sociedad de consumo. Por eso no es malo llegar a tener una determinada línea de pensamiento, sea o no epicúrea.

Actualmente existen filósofos continuadores de las ideas de Epicuro, como también los hubo, y muy brillantes, en el siglo XIX, que se alinearon, en todo o en parte, con su línea de pensamiento. Algunos de ellos de gran prestigio, como es el caso de los alemanes Schopenhauer (La felicidad está basada en la prudencia y en la ética), Nietzsche (La felicidad no existe, sino la dicha, que es una situación coyuntural que depende solo del hombre) y el propio Karl Marx (El ser humano feliz es el que hace felices a los demás)

Los epicúreos mantienen que la felicidad se basa en dos principios: conseguir el placer y evitar el dolor. Ambos son la base que sustenta su doctrina. En su época fueron muy criticados porque no hacían alusión al poder de los Dioses de entonces, ya que decían que aquellos estaban muy a gusto donde estaban y les importaba un comino lo que pudieran hacer los hombres. Y eso lo decían en un momento en el que los Dioses eran temibles, nada afables y con pocas ganas de compartir sus poderes. De ahí que había que ser muy osado para ir diciendo aquellas cosas.

La filosofía de Epicuro trasladada al momento actual, en el que el materialismo y el alejamiento de las religiones es un hecho, al menos en occidente, en realidad no desentona. Especialmente en lo que se refiere a la amistad

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Solo cabía plantar cara a los dueños del Olimpo bajo filosofías como la de Epicuro, que defendía a capa y espada el atomismo, o sea, la idea de que el mundo se componía de un vacío infinito y de infinitos átomos que se movían permanentemente por todas partes colisionando unos con otros. Y eso, al parecer, lo de los átomos, no era gracias a la intervención de los Dioses, sino del universo. Así que, aunque ahora esa teoría pudiera parecer una pequeñez, entonces había que poner muchos bemoles para ir diciendo esas cosas, porque en el ánimo de la gente de entonces estaban presentes los castigos que Zeus, Poseidón y compañía, propinaban a otros dioses y, en mayor medida, a los seres humanos.

La filosofía de Epicuro trasladada al momento actual, en el que el materialismo y el alejamiento de las religiones es un hecho, al menos en occidente, en realidad no desentona. Especialmente en lo que se refiere a la amistad: “De todas las cosas que la sabiduría provee para hacernos completamente felices, la mayor es la posesión de la amistad”.

“¿Quieres ser rico? Pues no te afanes por aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia” dice uno de sus pensamientos. “El más grande fruto de la autosuficiencia es la libertad”, es otra frase de aquel filósofo con la que cualquiera podría estar de acuerdo. Como también con que “Es impío, no el que suprime a los Dioses, sino el que los conforma a las opiniones de los mortales” .

Menos mal que han existido y existen filósofos que abren caminos por donde encauzar nuestros pensamientos; las causas y los efectos de las cosas, las reflexiones sobre el hombre y el universo

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Menos mal que han existido y existen filósofos que abren caminos por donde encauzar nuestros pensamientos; las causas y los efectos de las cosas, las reflexiones sobre el hombre y el universo. Sus estudios nos permiten conocer determinadas ideas, sin necesidad de ser doctos en el tema. Porque para llegar a determinadas conclusiones, además de necesitarse mucho tiempo, también se debe poseer múltiples conocimientos, factores ambos que escasean en la mayoría de nosotros. De ahí que tengamos que agradecer la existencia de personas que hagan ese trabajo, que ahonden en temas trascendentales y que piensen por nosotros, ofreciéndonos reflexiones interesantes sin que tengamos que devanarnos los sesos.

En el caso de Epicuro, su propuesta de conseguir la felicidad a través de la amistad y del control del dolor, merece la pena ser analizada, como también lo de combatir los miedos, porque quizás faciliten “el dialogo más difícil, que es el que debemos mantener con nosotros mismos”.

Quienes saben de esto dicen que la frase más conocida de Epicuro es la siguiente: “La muerte es una quimera: porque mientras yo existo no existe la muerte; y cuando existe la muerte yo no existo”. Una paradoja que da para pensar un rato.

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