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¿Qué es el punto G? ¿La mujer puede eyacular?

¿Existe realmente el punto G? ¿Dónde está? ¿Es el responsable de los orgasmos? ¿Existe la eyaculación femenina?

Existe en nosotras una zona sensitiva ubicada detrás del hueso pubiano, en el interior de la pared frontal de la vagina. Se llama “punto G” porque fue descripta por primera vez por el Dr. Graffenberg en 1932.

Su estimulación provoca, en algunas mujeres, la expulsión por la uretra de un líquido que no es orina y que se ha denominado “eyaculación femenina”; en otras puede producir sensaciones urinarias, dolor, molestia u orgasmo. Esta forma de alcanzar el orgasmo se llama “eyaculación femenina”, concepto que fue objeto de una amplia polémica.

 

El punto G en debate: controversias y verdades


A partir de un intento científico por conocer más acerca de la sexualidad femenina, surgió el debate acerca del punto G que entró, como todo tema sexual, en una carrera sensacionalista donde se confundió su verdadero lugar.

Lo cierto es que al punto G no se puede acceder mediante un coito ni en las maneras en que la mayoría de las mujeres somos estimuladas manualmente por nuestro compañero. Se requiere una maniobra casi ginecológica, que en este caso implica: mujer acostada o arrodillada, penetración profunda del dedo del partenaire en busca de la zona y persistencia de la estimulación por un período de tiempo considerable.

En verdad, toda la zona que rodea la vagina internamente es de contacto placentero, e incluso existe un tejido esponjoso semejante al del punto G en la zona del perineo (entre la vagina y el orificio anal). Es una zona que recubre la uretra en la cara anterior de la vagina y un lugar que por sus características puede provocar orgasmo e, inclusive, eyaculación en algunas mujeres. Sin embargo, hay mujeres que no la localizan, o aunque lo hagan no les resulta estimulante.

Algo similar le sucede a los hombres. Una penetración profunda del dedo del partenaire en el ano, estimulando un punto de la zona prostática –llamado punto de O’Bannion– provoca la eyaculación y el orgasmo masculino. Pero ninguna publicación estimula esta práctica y no es común escuchar a un hombre preocuparse por no acceder a esta forma de placer sexual.

Si una pareja tiene ganas de explorar algo nuevo, buscar el punto G puede ser un buen juego, pero no un nuevo "deber ser".

Cuando estos conocimientos sirven para promover nuevos “deberes” sexuales en las mujeres, ya acostumbradas al “deber ser”, carecen de sentido práctico. Además, cuando las maniobras para el goce se tornan tan complicadas, muchas veces dejan de ser placenteras.

Asesoró: Lic. Diana Resnicoff,
psicóloga clínica, sexóloga clínica